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“La memoria es un cuerpo” (2024), instalación.

“Con lo puesto“ (2022), video-performance. Dirección audiovisual: Ariel Feldman.

LA MEMORIA ES UN CUERPO
VIDEOPERFORMANCE
INSTALACIÓN

⁣“Si tiene fuerza de verdad, ella sola se va a manifestar, aunque yo la esconda”, le dijo el escultor Alberto Giacometti al escritor Jean Genet, cuando éste encontró una de sus estatuas bajo la mesa del artista. Estaba tapada de polvo. Desde hace varios años, Ariela Naftal envuelve y cose objetos con manteles y servilletas para darles visibilidad, para revelar su existencia atravesada de tiempo. “Busco, como una arqueóloga, huellas cotidianas que me permitan hacer visible lo oculto utilizando el objeto como testigo de nuestra existencia”, sostiene. La acción se ha revitalizado en varias oportunidades mediante performances, instalaciones y videos, que suman capas de significados al primer eslabón de la cadena: un mantel con vajilla (tenedores, vasos, cucharas, tazas, entre otros). De ubicarse sobre una mesa pasó a ser mochila, coraza, terreno, siempre en relación con un sujeto. La memoria es un cuerpo sintetiza y, a la vez, amplia los diferentes niveles conceptuales y perceptivos del derrotero emprendido por la artista, en una videoperformance de tres actos simultáneos. Memoria y cuerpo constituyen los términos de anclaje de este nuevo trabajo, donde se despliega un entramado de coordenadas temporales y espaciales. En uno de los videos, una mujer (la artista) pisa con cuidado/temor un terreno, aparentemente desconocido, en actitud exploratoria. Mira sus pies, siente, se sobrepone a un tropiezo. Ausculta esa porción de mundo. En otro, es el objeto el que se mueve como un ser vivo, respira, se contorsiona, eleva. ¿Fagocitó a la mujer? ¿se creó un simbionte? Los límites se diluyen, si es que alguna vez existieron, si es que alguna vez las cosas fueron independientes de su cotidianidad, de las memorias y vínculos con los demás. En el tercer acto, la mujer envuelve al objeto, que fue mochila-terreno-simbionte. Lo arropa, abraza, acaricia, contiene. Hasta espejarse reconociéndose, ambos, partes necesarias de recuerdos, nuevos encuentros y futuros. Porque la memoria necesita lo que aún perdura. Necesita la fuerza de la verdad para descubrir cuerpos —inertes y vivos— que se mueven y conmueven.
 

Laura Casanovas

Leer nota en Revista Ñ.

                                                                                           

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